Las siguientes palabras son la reflexión que expresé en sesión del día 20 de Mayo con motivo Bicentenario de la Revolución de Mayo:
Al momento de pensar, de elegir, las palabras para rendir un homenaje tan sentido y significativo como el de conmemoración de la gesta de Mayo de 1810 se me plantea un sin numero de interrogantes, dudas e inseguridades acerca de que es aquello sobre lo que debemos reflexionar, cual es la selección de datos que se debe realizar y comunicar, y lo más importante, cual es el fin que perseguimos al hacer tan subjetiva opción de ciertos hechos sobre otros.
En un primer momento, y seguramente fruto de la inexperiencia propia y natural de quienes debemos transmitir un mensaje nos volcamos salvajemente a la recopilación de fechas, nombres, acontecimientos y cantidades que arrojan los datos cuantificables e identificables de los sucesos acaecidos en un tiempo determinado, y reflexionando acerca de ello, y enumerándolos uno a uno creemos comprender los hechos porque los detallamos someramente, o al menos repetimos lo que sin más análisis leemos a lo largo de nuestra formación ciudadana.
Sin embargo, a conciencia de este error de acumulación de datos, donde no podré transmitir más que lo que todos conocemos, o se encuentra perfectamente detallado en cualquier libro de historia nacional, intentaré reflexionar e invitar a mis pares a hacerlo en pos de cual ha sido el espíritu, los ideales, los sentires de aquellos compatriotas fundadores que sembraron el germen de un nuevo orden de cosas, de una nueva nación.
Resulta particularmente interesante detenernos un instante en el capricho colectivo que hemos convenido de hacer una mirada introspectiva y patriótica cada un numero exacto de 100 años, tomando como medida del progreso un lapso de tiempo que no permite corregir errores sobre la marcha de cada generación de argentinos, solamente permite hacer una mirada odiosa y comparativa de lo que fuimos casi rozando la lamentación de lo que ya no seremos, como si esto pudiese brindarnos algún provecho el año entrante cuando al cumplirse el año 201 de la Revolución probablemente volveremos a festejar mecánicamente una fecha inserta en nuestra tradición en vez de continuar re pensando y analizando a conciencia nuestras fallas como sociedad y a partir de ellas las soluciones para construir otra Argentina.
Pero como dije, colectivamente hemos pactado hacer del bicentenario el momento del festejo, y más allá de los desfiles, los colores, las banderas y los discursos altisonantes con promesas de cambio debemos tener una mirada pausada y contemplativa de los grandes temas de nuestra nación, algunos todavía irresueltos otros postergados en el día a día a manos de la inmediatez de las coyunturas y los vaivenes de los problemas propios a los gobiernos, con esto quiero significar que con motivo del bicentenario espero, deseo, que todos como ciudadanos de esta nación aun con promesas incumplidas y con deudas de dos siglos, hagamos un nuevo pacto, no solo para festejar 200 años de historia, sino también para convertirlo en una fecha de reflexión donde los ideales fundadores y originarios de la gesta de mayo revivan en estos días, y porque no se hagan carne en nuestras acciones, más aun para quienes nos toca ,efímeramente desde una perspectiva historica, representar en algún nivel, por mas modesto que sea, la voluntad de nuestros compatriotas, los ideales de Mayo eran simples a tal modo que en su simpleza radicaba su inconmensurable fortaleza, y paradójicamente su complejidad propia de la evolución de los pueblos, no los olvidemos: Libertad, Igualdad y Fraternidad.